Descarga aquí la Memoria Económica de Cataluña 2019

El año 2019 fue un buen año a pesar de la desaceleración económica, sobre todo si tenemos en cuenta que el contexto internacional era adverso, con guerras comerciales, incertidumbre Brexit y crisis de la industria automovilística en Europa. Sin embargo, Cataluña creció un 1,9% en 2019, por sexto año consecutivo por encima de la media de la zona euro, y tenía buenas perspectivas para 2020 antes de que estallara la pandemia del coronavirus.

Como consecuencia de la Covidien-19, Cataluña sufrirá la caída más drástica de la economía desde la Guerra Civil (superior al -10%). En 2020 hay poco margen de mejora, pero la intensidad de la recuperación que se producirá a partir de 2021 dependerá tanto de los fundamentos del crecimiento económico en el período reciente, como de las medidas que se tomen para reorientar nuestro modelo productivo hacia las actividades que tendrán más futuro. Esto pasa necesariamente por hacer una apuesta decidida por la formación, la I + D + I, la transformación digital y las infraestructuras en sentido amplio, desde las de transporte hasta las tecnológicas, de investigación y energéticas, sólo así esta crisis se podrá convertir en una oportunidad.

Estas son las principales conclusiones de la Memoria Económica de Cataluña 2019, que se ha presentado esta mañana en la Casa Llotja de Mar, y que este año trata monográficamente El futuro de las infraestructuras en Cataluña. Una visión postCovid-19. El acto ha sido presidido por el presidente de la Generalitat, Quim Torra y han participado: el presidente del Consejo de Cámaras de Cataluña, Joan Canadell; el presidente de la Cámara de Reus, Jordi Just, la directora de la Memoria Económica, Carmen Poveda; el decano BSM de la UPF, Oriol Amat; y el catedrático de la UB, Germà Bel.

El balance de 2019 nos deja tres buenas noticias que serán vientos a favor en la salida de la crisis Covidien-19, y tres debilidades que jugarán en contra de la recuperación.

Factores positivos del crecimiento de 2019 que serán viento a favor en la salida de la crisis postCovid-19

1. El grado de apertura e internacionalización de Cataluña es cada vez mayor, señal de la competitividad de nuestra economía.
Cataluña ha alcanzado un saldo exterior positivo del 14% del PIB en 2019, que es la suma del saldo con el extranjero (del 8,1% del PIB) y el saldo positivo con el resto de España (5,5%) , siendo este uno de los superávits más elevados de la serie histórica y de los países europeos. Por otra parte, Cataluña continúa ampliando el porcentaje de ventas que en el extranjero (64%) en detrimento de las dirigidas al resto de España (36%).
Esta vocación de apertura en el extranjero de la economía catalana nos ha hecho más vulnerables cuando se han cerrado fronteras por Covidien-19, pero también puede ser una gran oportunidad cuando la economía mundial recupere el pulso, que será muy antes de que lo haga la demanda interna.
2. Cataluña sigue teniendo potencial industrial y capacidad de atracción de inversión extranjera en el sector manufacturero.
En los últimos cinco años, Cataluña ha sido capaz de mantener un nivel de inversión extranjera destinada al sector manufacturero de casi 1.200 M € en media anual, que representa más de una cuarta parte de la inversión extranjera total recibida en Cataluña. Este tipo de inversión tiene un impacto muy positivo sobre la economía porque genera empleo estable, bien remunerado y de largo plazo, además de inversión en tecnología e innovación.
Además, la industria catalana se está reorientando hacia los sectores de mayor valor añadido. En 2019 se ha producido un fuerte crecimiento de las exportaciones industriales de alto contenido tecnológico, que han aumentado un 18,2% (gracias al sector farmacéutico), y en el período 2015-2019 el crecimiento acumulado ha sido del 41,3 %. Por otra parte, el empleo en las ramas de manufacturas de intensidad tecnológico alta y media-alta en Cataluña es una de las más elevadas de Europa, a excepción de Alemania.
3. Aumento progresivo de los salarios e intensa creación de empleo, pero que esconde un problema de productividad.
Por segundo año consecutivo los costes salariales aumentaron por encima del 2% en 2019, más que la inflación, lo que permitió a los trabajadores recuperar poder adquisitivo. Este aumento salarial fue acompañado, un año más, por una intensa creación de empleo, pero en cambio la productividad (PTF) hizo una contribución negativa al crecimiento en 2019, lo que demuestra que hay que apostar por la formación, la transformación digital y la innovación, especialmente en el sector servicios.


Factores negativos del crecimiento de 2019 que jugarán en contra de la recuperación postCovid-19

1. El gasto en I + D en Cataluña está lejos de la media europea, principalmente por el escaso esfuerzo realizado por las empresas durante la última década.
Cataluña tiene diferencial de 0,6 puntos de PIB en gasto en I + D respecto a la media de la UE, el doble de hace diez años. En 2018, Cataluña ha aumentado este esfuerzo en I + D, pero lo ha hecho en la misma magnitud que el conjunto de Europa por lo que Cataluña no mejora posiciones en el ranking europeo. La principal explicación de este diferencial es que las empresas europeas han aumentado el gasto en I + D un 47% durante la última década, mientras que en Cataluña el aumento ha sido del 8% (5% en España), y además este aumento se produjo sobre todo en el último año.
2. Baja calidad del empleo creado durante la recuperación que afecta sobre todo a los jóvenes.
A pesar de que en 2019 el empleo indefinido aumentó más que el empleo temporal y esto hizo que la tasa de temporalidad bajara tres décimas, hasta un 21,6%, aunque sigue siendo una de las más elevadas de Europa. Tener una tasa de temporalidad tan alta ha hecho que la economía catalana fuera muy vulnerable a la destrucción de empleo durante la crisis del coronavirus. Hay que recordar que el 38% del empleo que se creó entre 2014 y 2019 fue temporal y esta ocupación es la primera que se ha destruido cuando ha llegado la crisis de la Covidien-19.
El colectivo más afectado por esta elevada temporalidad es el de los jóvenes: casi el 70% de los jóvenes menores de 24 años que trabajaban tienen un contrato temporal y entre los jóvenes de 25 y 29 años es casi la mitad. Hay una reforma del marco laboral que dé estabilidad a los jóvenes para que éstos puedan emanciparse, acceder a una vivienda y tener hijos.
3. La reducción del déficit público durante la fase expansiva no ha sido suficiente para encarar una nueva crisis.
El déficit público del conjunto de las administraciones públicas españolas aumentó en 2019 tres décimas hasta el 2,8% del PIB, rompiendo así con la tendencia de reducción que venía observándose desde 2011. El ajuste del déficit que se produjo entre 2013 y 2017 fue resultado de la caída del gasto en% PIB (fundamentalmente por razones cíclicas, ya que se reduce el gasto en desempleo, prestaciones sociales, etc.). Por el contrario, la contribución de los ingresos públicos a esta corrección del déficit ha sido nula (prácticamente se ha mantenido constante el ratio ingresos públicos en el 39% del PIB). La reducción de este déficit será el gran reto que deberá afrontar el sector público una vez pase la fase actual de emergencia.